"No los necesitamos (...) ellos nos necesitan más que nosotros a ellos". Esas fueron unas de las primeras palabras del presidente estadounidense Donald Trump ante la pregunta sobre cómo será la relación entre el estado norteamericano con los estados de América Latina y El Caribe, luego de asumir su mandato el pasado lunes 20 de enero. Esta frase amenazante no es casual.
Por Eduardo Álvarez, Quilpué, Región de Valparaíso
Si bien Trump es categorizado como uno de los más ricos de Estados Unidos, dueño de hoteles, rascacielos, inmobiliarias e inversiones varias en grandes fideicomisos, su rol como líder del movimiento MAGA (Make America Great Again) - movimiento ultraderechista y supremacista - y militante del partido Republicano, le marca un sendero fuera de toda racionalidad política. Es la figura icónica y simbólica del fascismo y el imperialismo del siglo XXI.
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Volviendo a la frase histriónica y amenazante, Trump al parecer cumple lo que dice. En estos últimos dos días, hemos sido testigos de las medidas unilaterales respecto a su política migratoria con las y los presidentes Lula da Silva (Brasil), Gustavo Petro (Colombia), Claudia Sheinbaum (México), Nicolás Maduro (Venezuela), Xiomara Castro (Honduras) o Miguel Díaz-Canel (Cuba), incluso con líderes mundiales que residen en otra región como lo es el presidente de la potencia económica nro.1 del mundo Xi Jinping (China), pero esta última es otra historia.
Frente a tales políticas unilaterales, discriminatorias e inhumanas, se suma la amenaza de aumento de aranceles a prácticamente todos los países de la región americana, una expresión más de la Doctrina Monroe a más de 200 años de su aplicación. Pero ¿qué no le han dicho a Trump que el mundo está cambiando? Pareciese que no lo sabe, pero para sorpresa de muchas y muchos, sí. Sí lo sabe. El problema surge cuando parte de esta nueva ola progresista y de izquierda en América Latina y el Caribe no quiere abrir los ojos. Y eso bien que lo sabe Trump.
Se han reforzado los tratados comerciales y militares entre el estado norteamericano con gran parte de América del Sur, como lo es Perú, Ecuador, Paraguay, y donde nos convoca, Chile. Mal habida la fotografía del Comando Sur Conjunto del ejército estadounidense junto a la Ministra de Defensa, y nieta del presidente Allende, Maya Fernández. Su violencia no tiene límites y eso es sólo la punta del iceberg.
Es más, cuál habrá sido la razón de la firma del Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (TPP-11) que hoy pesa más que nunca. Recordemos que las ISAPRES y las AFP's en su gran mayoría son controladas por capitales extranjeros, en particular norteamericanos, y que cualquier reforma que busque su control de precios, de inversiones y/o transparencia en sus movimientos, genera pérdida en su rentabilidad, motivo suficiente para demandar al estado de Chile ante tribunales internacionales por inferir en el libre mercado de capitales. ¿Será coincidencia que ninguna de las dos estructuras de mercado instaladas en dictadura se haya podido reformar? Permítannos el criterio de la duda.
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Ante este contexto global de disputa económica y beligerante, existe una salida, y esta son los BRICS+, grupo de países potencias que forman una asociación económica y política compuesta por Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica, Arabia Saudita, Etiopía, Emiratos Árabes e Irán como países miembros junto a países asociados como Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam. Todos pertenecientes al Sur Global de los distintos continentes que hoy en día avanzan en la apertura al mercado global junto al fortalecimiento de su soberanía.
Este grupo contempla el 42% del PIB mundial y agrupa al 51% de la población mundial, cambiando el eje unipolar de relaciones económicas con EE.UU y Europa Occidental hacia un mundo multipolar de relaciones llamadas "ganar-ganar". Bien vendría asociarse a esta agrupación para poder contar con recursos económicos y materiales para, por ejemplo, superar la crisis habitacional de nuestro país que contempla - según datos oficiales del MINVU- alrededor de un déficit de 1.500.000 de viviendas. Asimismo, generar mayores inversiones en infraestructura crítica como puertos, carreteras, trenes, carreteras energéticas y valor agregado a nuestras riquezas como el cobre y el litio. Esto permitirá generar mayor empleo y estabilidad social, sin caer en posibilidades amenazantes que destruyan nuestra soberanía y así mismo sin caer en mecanismos regresivos que afecten el salario de las y los trabajadores, como las medidas impositivas a los sectores medios y también en tecnologías sustentables que avancen hacia una nueva relación con el medioambiente.
Para esto, es necesario un pacto histórico entre las fuerzas de izquierda y progresistas junto a movimientos y organizaciones sociales que adhieran a esta nueva vía de relaciones entre estados y pueblos, y asimismo de pensar y actuar con el fin de construir un nuevo modelo de estado para Chile y sus pueblos: un Estado social y democrático de derechos.
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Para ello es tremendamente necesario entender que en este contexto se es chicha, o limoná. Otras formas son ahogarse en un vaso vacío, donde finalmente son los pueblos quienes pagan los costos de la glotonería imperialista y de quienes aun ven en Estados Unidos y Europa Occidental, un modelo de desarrollo viable.
Hay que recordar que son esas potencias - o que fueron potencias - quienes iniciaron dos guerras mundiales, afectando las economías de los países del sur global, y particularmente de América Latina y que hoy continúan con su lógica beligerante, alimentando de armas y recursos económicos a los pueblos de Ucrania y a los sionistas israelitas, donde ya han caído más de 400.000 militares, voluntarios e inocentes. Esperar una bomba atómica para darnos cuenta y abrir los ojos, será demasiado tarde.
No es tiempo de olfatillos - diría Víctor Jara - sino de arrimarse para acá, aquí don el sol calienta y avanzar hacia un mundo multipolar donde Chile y su pueblo pueden ser grandes protagonistas en términos de inversión tecnológica para ser un baluarte de prosperidad para el mundo y para América Latina, con sabor a vino tinto y empanadas. Un desafío que debe empezar a discutirse ahora.
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