OPINIÓN| La pendiente resbaladiza del Gobierno

Por Elisa Giustinianovich Campos*

Felipe, proviene de una población periférica de Santiago y hoy comienza su segundo año en el ejército. Su familia, trabajadora y evangélica, está muy feliz y orgullosa. También tranquila respecto de su futuro por las ventajas que asegura la carrera militar. Estefan, proviene de la misma población, pasó gran parte de su infancia entre centros del SENAME y viviendo con familiares cercanos porque su padre, sumido en un profundo alcoholismo, le pegaba a su mamá. Su mamá, actualmente, cumple una condena por microtráfico. Estefan se crío en la calle, pasó por varios centros de internación provisoria y obtenía ingresos de alguien, receptador del barrio alto, que le pagaba a él y a otro grupo de niños y jóvenes, algunos menores de 14 años, 400 mil pesos por auto robado con el "premio" de quedarse con las pertenencias. Sus destrezas llevaron a ese niño también a ser soldado, pero de una banda criminal de narcotráfico. En algún momento Felipe y Estefan jugaron juntos en la cancha hasta que la familia de Felipe se lo prohibió.

Existe unanimidad nacional en que la política debería ocuparse de garantizar una vida libre y segura para las infancias, para las personas mayores, para el pueblo en general. Esa unanimidad contiene un abismo de diferencias respecto del cómo. Cada enfoque habla mucho de lo que cada sector piensa de la sociedad.

Vemos con estupor que dentro del propio oficialismo, sea por la tendencia global o por la oportunidad electoral, adopta el enfoque cortoplacista del escalamiento armado, que por abundante evidencia, sólo perpetúa el ciclo de violencia y desesperanza. Las elites que lo rodean, incluso las denominadas progresistas, como no se trata de sus niños, por acción o por silencio, son condescendientes con estas medidas, y se "abren" a la vía del enfrentamiento, dando paso, mediante, a una pendiente resbaladiza en la que nos arrastran como país.

Es evidente que la lucha contra el narcotráfico no puede limitarse a un aumento de la presencia policial o militar, lo que, lejos de solucionar el problema, tiende a fortalecer a estas organizaciones criminales. Debe, en cambio, enfocarse en estrategias más inteligentes que incluyen el levantamiento del secreto bancario, el seguimiento del flujo financiero del narcotráfico, los circuitos económicos de receptación, abordar decididamente la corrupción interna en las fuerzas militares y de orden y un mejoramiento significativo en nuestras capacidades de inteligencia y colaboración a escala local e internacional para desarticular el crimen organizado. No olvidemos que las bandas criminales de narcotráfico no son sino empresas ilegales con policía e incluso ejército privado.

Es crucial, especialmente para un gobierno que fue elegido por sus ideas progresistas, implementar con energía y prioridad políticas sociales que prevengan que nuestros jóvenes sean forzados a elegir entre unirse a las fuerzas del orden porque les ofrece un supuesto buen pasar o caer en las garras del crimen organizado. Esto implica priorizar las infancias y redes de apoyo social como no se ha hecho en estos años y que puedan ofrecer alternativas reales y esperanzadoras a todos nuestros niños, jóvenes y las familias trabajadoras del país.

No queremos para Chile más niños, nuestros niños, como Felipe y Estefan que mueran enfrentados con armamento de guerra bajo la cómoda indolencia de sus elites.

*Presidenta Partido Solidaridad para Chile

Fotografía principal: Parada Militar 2022 | Ejército.cl

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