Siempre he visto que los analistas esperan que las aguas se calmen un poco para aventurarse en ciertos análisis que respondan las inquietudes del momento.
Por Juan Pablo Orellana
Creo al menos que en esta ocasión la cosa debe ser un poco distinta; aprovechar el poco tiempo transcurrido y poder abrir el occiso para aprovechar de encontrar en la tibieza de lo que se va enfriando rápidamente, los primeros vestigios que nos entreguen ciertas pautas de lo que viene.
El primer cadáver a tener en cuenta es el del atropellado Partido Republicano. Teniendo el sartén por el mango, jugaron la vieja carta del "tejo pasado" y no les resultó. Optimistamente para la izquierda, se puede pensar que una derrota como la del plebiscito es una derrota anticipada del extremo político de la derecha de cara a las futuras municipales y presidenciales. Pero ojo, que para la derecha fue una derrota táctica.
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El segundo muerto y creo que aquí está el gran problema para la izquierda, es precisamente el propio proceso constituyente, dado que a todo nivel y por sentido común, hay que enterrarlo. Y es problemático porque precisamente la ultraderecha sufre una derrota táctica en la jornada de ayer, pero la izquierda en general comienza a sufrir los embates de esta derrota estratégica. Dijo un presidente chino que organizar una retirada tardía causa más estragos que una temprano y si tratamos de ser más agudos, esta tardanza en asimilar el temple del pueblo le abrió las puertas al crecimiento de una derecha mucho más radicalizada. Demás está decir que la izquierda de pretensiones revolucionarias está mirando de lejos, muy de lejos, todo este proceso, con consignas que tienen ningún arraigo en el sentir popular, por tanto, no da ni para análisis esa existencia espectral.
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Y por último, el gobierno, que propiamente no llega a la sala de autopsia, pero pende de un hilo, conectado a un ventilador artificial que alimenta las dos almas del mismo; por un lado su alma "ñuñoina" y por el otro, su alma "concertacionista", se niega a morir como categoría que le podemos dar a la derrota que venimos sufriendo la izquierda en general y la izquierda en el gobierno más específicamente.
Por tanto, si queda una opción para nosotros es recuperar lo cardinal que tiene cualquier proyecto de izquierdas: defender a la clase trabajadora, los postergados, hombres y mujeres de esfuerzo que quieren vivir bien y seguros.
Ahora bien, en este punto se abre la misma paradoja constituyente del domingo, pero a nivel político: defender lo menos malo para no caer en algo peor y es que tal vez debamos mirar la política de los acuerdos y la política de "en la medida de lo posible" con nuevos ojos, al menos mientras nos sacudimos del knockout en que nos están dejando. La cuenta es progresiva (no progresista necesariamente). Hay que plantearse como Fernando Vidal Olmos, que este es apenas un informe sobre una sociedad ciega y que allí generalmente el tuerto es rey.
ENTONCES, BIENVENIDOS A LOS NUEVOS NOVENTA.