La desalcoholización parcial del vino ha sido una práctica intensificada en los últimos años por empresas como Concha y Toro, San Pedro y Santa Rita que elaboran y distribuyen preparados comercializados como vino. Sin embargo, para que un producto sea considerado como tal, además de ser el resultado de la fermentación de uva de variedades Vitis vinífera, también debe tener un mínimo de 11,5 grados de alcohol, cifra superior a la que poseen estas bebidas. En este contexto, y de manera insólita, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) decretó que el Pipeño no es vino, es otra cosa, con «un elemento diferenciador», con «valor agregado», señala en su resolución.
Por: Aniceto Hevia
Vinos dulces o cócteles de vino
La elaboración de productos presentados con conceptos como «selección dulce», «cóctel de vino» o simplemente «dulce», junto con ser el resultado de una estrategia de diversificación mercantil, también resulta conveniente para sus fabricantes, pues la disminución de grados alcohólicos se logra adicionando agua al mosto, así como su dulzor se obtiene con otros aditivos. Esta situación tiene resultados sumamente lesivos para productores y productoras de uva y vino, pues la elaboración de este tipo de bebidas requiere una menor cantidad de materia prima, constituyendo un ventajoso mecanismo de reducción de costos de producción.
En una solicitud de información al Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), la Asociación Gremial de Pequeños Viñateros del Itata por Precios Justos, consigna que estas bebidas parcialmente desalcoholizadas emulan ser vino, mientras su composición declarada sería la siguiente:
Marca Exportación Selecto, selección Dulce, de la Viña Concha y Toro (8 ° GL; Ingredientes:Vino de uva, Agua, Azúcar líquida, Esencia de fresas, Sorbato de potasio, Dióxido de azufre, Sulfitos)
-Marca Gran 120, Selección Dulce, de la Viña Santa Rita (9° GL; Ingredientes: Vino cabernet sauvignon, Agua, Azúcar granulada, Saborizante frutos rojos natural, ácido tartárico, ácido cítrico, Sorbato de potasio, Sulfitos)
-Marca Gato Selección Dulce, de la Viña San Pedro (9°.G.L; Ingredientes: Vino, Azúcar, Agua, Sorbato de potasio, Anhídrido sulfuroso, Esencia de frutilla natural, Esencia de maqui natural, Sulfitos)
Como se puede ver en las imágenes, capturadas el pasado año, estos productos, a pesar de contar con grados alcohólicos inferiores eran presentados como vino. Ante una reclamación de la mencionada Asociación, el diputado Frank Sauerbaum ofició al SAG en septiembre de 2023. La entidad contestó que «no tiene competencia en materia de publicidad, promoción, difusión y fleje de venta asociado a bebidas alcohólicas». A pesar de ello afirmó que «se encuentran debidamente rotuladas en cada una de sus unidades de consumo como «Cóctel de Vino», no observándose ningún producto en expendio bajo la categoría de «Vino Dulce», no obstante se observó en las góndolas una inadecuada rotulación de flejes de precios de productos que correspondían a cóctel de vino, no denominándose como tal, sino Vino Dulce». Por otra parte, añadió el SAG, «se observó incumplimiento al artículo 37° de la ley N°18.455, detectándose que las facturas de venta de las bebidas alcohólicas etiquetadas como Cóctel de Vino, figuraban en la documentación tributaria con su respectivo nombre de fantasía asociado al genérico «Vino Dulce»».
El caso de Casillero del Diablo Belight
El 11 de marzo de 2024, el Ministro de Agricultura, Esteban Valenzuela, informaba al Congreso que «sacaron del mercado varios de estos productos que se llamaban…. el famoso Casillero del Diablo Belight». El producto señalado por la autoridad es elaborado por Concha y Toro y presentado como «la nueva y ligera propuesta de Casillero del Diablo», en el marco de lo que denominan Línea Reserva: «Nuestra clásica colección de vinos premium está compuesta por más de 10 variedades, elaboradas con uvas seleccionadas de los principales valles vitivinícolas de Chile…»
A pesar de los dichos del Ministro Valenzuela, se puede observar que este producto sigue siendo comercializado como vino en diversos supermercados.
SAG: el Pipeño no es vino
El pasado año, el SAG dio un paso significativo en la legalización de un producto de menor graduación alcohólica que, aun cuando es reconocido popularmente como vino esta entidad asegura que es otra cosa: el Pipeño.
En agosto de 2023 se publicó la resolución exenta 4077 a través de cual este producto fue incorporado al Registro de Bebidas Alcohólicas del Servicio Agrícola y Ganadero. El texto consigna que Pipeño «corresponde a la bebida alcohólica elaborada a partir de la fermentación alcohólica parcial del mosto de uvas frescas, elaborado mediante prácticas enológicas autorizadas y producido con uvas de variedades viníferas, con una graduación alcohólica total de al menos 11,5° GL y un contenido de acidez volátil inferior a 1,5 g/L expresado en ácido acético, el cual debe ser producido y envasado por personas naturales o jurídicas pertenecientes al segmento de la Agricultura Familiar Campesina o Cooperativas integradas por éstas, de las comunas vitícolas de las regiones del Maule, 'uble y Biobío y que se comercializa en unidades de consumo». Es decir, esta bebida puede tener menos de 11,5 grados alcohólicos y su elaboración, así como envasado debe estar a cargo por quienes acrediten estar dentro del segmento mencionado.
Ahora bien, hace algunos días comenzó la certificación de Pipeño, provocando el desconcierto de multitudes de productoras/es que ven en esta implementación un nuevo golpe que profundiza el menoscabo que ya les tiene en una situación terminal. La Coalición Nacional de Viñateros, a través de su representante Yenny Llanos, calificó esta situación como una «aberración legal, técnica, cultural e histórica», explicando:
«Nuevamente Ministerio de Agricultura, SAG dañando a miles de pequeños viñateros al quitar la denominación de VINO al Pipeño, porque según ellos la pequeña agricultura familiar campesina tiene problemas con su uva y vino para dar los 11,5 grados de alcohol real que exige la ley 18.455 y como respuesta a esto le da una categoría especial de Pipeño que ya no es vino y permite que se venda Pipeño de 8 o 9 grados que, todos sabemos, puede contener más de 50% de agua, lo que claramente es un tremendo daño para productores de uva y vino de calidad, genuinos, que no tienen ningún problema en dar los grados, al contrario».
Si bien en la resolución exenta mencionada se explicita que la baja graduación alcohólica se logrará a través de la «fermentación alcohólica parcial del mosto de uvas frescas de la vid», la escasa fiscalización torna incierto el cumplimiento de esta y otras medidas, declaran desde la entidad gremial.
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Como en general ocurre, difícilmente se logra establecer el origen específico de un producto propio de la cultura popular, tal cual es el vino Pipeño y la acuñación de su nombre. No obstante, el texto El Pipeño: historia de un vino típico del sur del Valle Central de Chile, escrito por Pablo Lacoste, Amalia Castro, Félix Briones y Fernando Mujica, da cuenta de diversos antecedentes acerca de su trayectoria.
El nombre Pipeño alude a las pipas: toneles de madera que en Chile comenzaron a utilizarse a mediados del siglo 18 para la guarda de vino y que paulatinamente fueron tomando preponderancia en esta función. Respecto a ello, el trabajo indica:
«A partir de la segunda mitad del siglo XVIII, la pipa comenzó a formar parte del paisaje de las viñas y bodegas chilenas. Lentamente, estos recipientes de madera comenzaron a convivir con las tinajas tradicionales. No hubo una sustitución de un objeto por el otro; simplemente se amplió el sistema, con la incorporación de un nuevo recipiente, sin perder vigencia el anterior. Las tinajas chilenas se mantuvieron vigentes en la industria del vino hasta la segunda mitad del siglo XIX.
La difusión de las pipas en Chile se vio facilitada por la acción de los toneleros locales que desarrollaron las técnicas para fabricarlas a partir de las maderas disponibles. Los toneleros se dedicaron a fabricar pipas con madera de alerce en Santiago o de raulí (roble chileno) en Concepción.
La evidencia documental muestra que las primeras pipas se comenzaron a usar en la zona sur del Valle Central, en particular en las inmediaciones del valle del Itata. Concretamente, uno de los registros más antiguos corresponde a la Hacienda Cucha Cucha, propiedad de la Compañía de Jesús. En efecto, con motivo de la expulsión de esta orden religiosa, al levantarse los inventarios de bienes de las temporalidades se detectó, precisamente, «una pipa con sus arcos de fierro»».
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El Estado de Chile, a través del SAG, ha aprovechado la condición de patrimonio inmaterial del Pipeño, un producto cultural propio de las comunidades de los valles del Maule, Itata y el Biobío, despojándole de una condición inherente: ser vino. Todo esto, con un decreto.
Esta resolución, sin mediar consulta o diálogo con productoras/es, evidencia el ninguneo de quienes gobiernan hacia comunidades campesinas que constituyen el corazón de la vitivinicultura local. A las ínfimos precios de compra de la uva, a la negativa de prohibir la vinificación de uva de mesa (remanentes de la agroindustria de cada temporada), a la privatización del agua que deja desprovistos de ella a campesinos/as, a la permisión de añadir agua al vino a través de subterfugios técnicos, ahora se suma esta decisión que fomenta la desvaloración de la uva y el vino, sin corregir asimetrías y condiciones de producción absolutamente difíciles y desventajosas.
Imagen principal extraída de Documental Pipeño, una memoria que porfía