Por: Joaquín Pérez

La derecha levanta el miedo a la delincuencia cada vez que hay una elección, apelando al temor de la población a un problema que la misma derecha alimenta, pues para ella es un negocio, no solo político, también desde el punto de vista económico.

El temor a la población a la delincuencia le permite a la derecha desarrollar una serie de cuestionables negocios, desde las empresas de seguridad, hasta las cárceles. En Chile gran parte de ellas son concesionadas, negocio millonario al cual le fluyen dineros directo del Estado.

El SENAME fue siempre un negocio para una serie de instituciones ligadas a un mundo conservador tanto en términos políticos como religiosos. En el SENAME los problemas nunca pasaron por el dinero, los montos siempre fueron en aumento para la subvención a los privados, sin embargo los problemas nunca se solucionaron.

Además todas las instituciones ligadas al control de la delincuencia son manejadas por personas de ideología conservadora, policías, jueces, fiscales, a quienes van a culpar de su inoperancia o fracaso.

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La derecha no solo necesita a la delincuencia, vive de ella y se reproduce en ella, obteniendo votos a través de campañas del terror. Sus discursos populistas de la puerta giratoria ya los hemos escuchado muchas veces.

Ese mismo discurso de la delincuencia le permite el despliegue de policías y militares incluso para controlar a esa misma población y someterla, para seguirla explotando.

Por eso, lejos de disminuir, la delincuencia se perpetúa y aumenta. Es parte fundamental del proyecto neoliberal, de una economía construida en el crimen y subsidiada por todos a través del Estado