Altas expectativas ha generado el gobierno de Gabriel Boric con una reforma que partió señalando que sería el primer paso para terminar con las AFP. Después de un debate legislativo de más de dos años y tras tanta modificación y maquillaje, una reforma que se mostraba bastante recatada, terminó transformándose en un estridente espectáculo circense.

Por J. Murieta

Atrapados en un debate sobre propuestas de las que ya no se podían hacer cargo, pareciera que el gobierno siguió adelante con la Reforma para no darle un triunfo político a la ultraderecha atrincherada en Republicanos, que la buscaban hacer trastabillar -no tanto porque las medidas incorporadas en su articulado amenazaran el sistema de AFP-, sino más bien porque una derrota del gobierno y el acuerdo del resto de la clase política, traía agua a su molino. Cualquier traspié del gobierno busca ser capitalizada por esta secta.

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Sin embargo, la problemática central sobre el sistema de pensiones ya había sido relegada a un debate que no se daría pese a que gran parte del Frente Amplio y el Partido Comunista llegaron al Congreso enarbolando las banderas de un movimiento sindical hoy venido a menos: el sistema de reparto.

El sistema de capitalización individual, aquel que ha transformado las pensiones en grandes inversiones para las transnacionales y los grandes grupos económicos, no se toca. El gran invento del "milagro chileno" que permite sacar dinero del bolsillo de la clase trabajadora para invertirlos en los proyectos de los superricos, no se toca. De hecho, se les pasará más dinero con el aumento de la cotización.

Peor es nada dicen los militantes de este gobierno. Y ese hedor a algo que se pudre tras las bambalinas de ese trunfo moral infesta a esa izquierda que ha negado al pueblo planteando que el debate democrático se da en el Congreso -como lo dijo la ministra Jeannette Jara-: vale decir, en la casa de los oligarcas.

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El informe del PNUD hablaba de que las chilenas y chilenos seguían deseando cambios en la sociedad, pero que fueran con gradualidad. Vale preguntarse ¿Es este un cambio con gradualidad?.

En lo concreto, las alzas en las pensiones son tan minúsculas que la inflación se las devorará en ¿un año?.

La lógica neoliberal se ve aún más fortalecida por un gobierno que se hizo llamar de izquierda: las AFP seguirán amasando millones con plata ajena, más que lo que les prometía Piñera, y el Estado seguirá financiando las pensiones de los chilenos. Que buen negocio.

A nadie le gustan las derrotas. O al menos reconocerlas. Otra cosa es ganar, otra cosa es avanzar.

Con un gobierno asediado por la ultraderecha, asustado por el escenario internacional, renegado de sus mínimas convicciones y con un movimiento sindical cooptado por los partidos oficialistas, se ha engañado al pueblo, nuevamente.